En el preciso momento en que
escribo estas líneas, faltan 6 días, 5 horas y 17 minutos para el comienzo de
la copa del mundo. Ustedes en Ezeiza. Yo aquí sentado, frente a una
computadora, esperando con ansias el día del debut. Ese día en que ustedes, 23
gladiadores, me van a representar a mí y a tantos otro, defendiendo los colores
de la tierra en que nací. Sí, ustedes. Soldados firmes de un sueño nacional. Actores
principales de la cruzada más épica de la historia del fútbol. Si lo lograron
nuestros vecinos, si ellos pudieron ¿Por qué nosotros no vamos a poder? Los
morochos tienen la presión, son locales. Los celestes ya lo hicieron una vez,
dos no. Nosotros los tenemos a ustedes y ustedes a nosotros. Tenemos al mejor
del mundo. Y tenemos algo que nadie tiene, esa pasión inexplicable por el fútbol corriendo por nuestras
venas.
Se dijeron, se dicen y se dirán muchas
boludeces, pero ¿A quién le importa? Ellos, los que hablan, no entienden de
fútbol. Y si no quieren creer en ustedes, que no lo hagan, se equivocan. Yo
creo. Creo la inteligencia de un cuerpo técnico que sabe laburar, creo en las
ganas de 23 jugadores que buscan la gloria, creo en su capacidad, en la garra,
en que sobrara actitud. Creo en todo eso y mas. Creo en ustedes.
A diferencia de muchos, no les pido que
vuelvan con la copa. Sé que es difícil, sé que es duro. No salir campeón no
necesariamente es fracasar. Fracasar es otra cosa. Es achicarse, tener miedo,
arrugar, volver sin haber dejado todo. Entonces yo les pido un poco más. Ese
famoso 110% de Pachorra. Me tomo hoy, a través de esta carta, el atrevimiento
de pedirles que dejen la vida dentro y fuera de la cancha por estos colores;
que cuando vayan a correr una pelota, lo hagan como la sangre celeste y blanca
que les corre por dentro; que cuando traben una pelota no lo hagan con toda sus
fuerzas, sino con la de 40 millones de argentinos, porque vamos a estar con
ustedes. Estaremos en oficinas, bares, restaurantes, casas, colectivos, el
tren, el subte, las fábricas, en la calle. A lo largo y a lo ancho de un país entero.
Estaremos mordiendo nuestras uñas, apretando los puños, crujiendo los dientes, protestando
en cada falta, enloqueciendo en cada jugada, gritando en cada gol. Llorando en
cada desgracia y exaltados de felicidad en cada acierto. Como sea, donde sea,
pero no vamos a faltar. Estamos con
ustedes ¡Vamos Argentina!
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