viernes, 27 de junio de 2014

El síndrome del nacional B

¿Hasta qué punto, el fixture favorece a la Selección Argentina? Es cierto que en el camino al Maracaná, el 13 de julio, no se ven grandes escollos, o al menos no aparecen grandes potencias de esas que te complican la vida, caso Alemania, nuestro cuco. Pero en un mundial donde las sorpresas están a la orden del día y la paridad en el futbol moderno es cada vez mayor, los posibles rivales a futuro, incluyendo a Suiza (Próximo rival en octavos de final), no serán nada sencillo. Haciendo un paréntesis, hay que decir que: si salimos campeones aquellos pesimistas desmerecedores que nunca faltan, dirán que “ganamos porque no jugamos  con nadie” y si no logramos traer la copa, insultaran, despreciaran y pedirán la cabeza de los 23 jugadores, más la de Sabella y sus secuaces, sin medidas.
 No hay que exagerar. Es cierto que las selecciones de Suiza, Bélgica y Estados Unidos, no son grandes potencias en el ámbito del fútbol y tampoco tienen en su plantel un Messi, un Di María, un Higuaín, un Mascherano y demás, pero son fuerte como país y futbolísticamente vienen creciendo, sobre todo los suizos y los yankees (lo de los belgas es más una camada de grandes jugadores). Ahora, la pregunta es ¿Es preferible enfrentar este tipo de equipos y cruzarse en semifinales o final con una potencia o ir forjándose desde octavos o cuartos combatiendo en cancha con rivales de jerarquía? Habría que, mínimamente, dudar en la respuesta. Sobre todo si tenemos en cuenta que el seleccionado nacional, en lo que va de la copa del mundo, viene sufriendo el gran efecto del “síndrome del nacional B”: se enfrentó con equipos menores, individualmente muy inferiores, pero que se juegan la vida particularmente en el partido versus la Argentina. Porque es una vidriera para ellos y porque saben que si pierden no pasara nada, pero si logran meter el batacazo saldrán en las tapas de los diarios de todo el mundo, figuraran en cada portal de internet y se ganaran el respeto y reconocimiento del mundo futbolero.
 Veremos que sucede de aquí en adelante. Pero… Si lloro, que sea de felicidad.

viernes, 6 de junio de 2014

Carta a la Selección

 En el preciso momento en que escribo estas líneas, faltan 6 días, 5 horas y 17 minutos para el comienzo de la copa del mundo. Ustedes en Ezeiza. Yo aquí sentado, frente a una computadora, esperando con ansias el día del debut. Ese día en que ustedes, 23 gladiadores, me van a representar a mí y a tantos otro, defendiendo los colores de la tierra en que nací. Sí, ustedes. Soldados firmes de un sueño nacional. Actores principales de la cruzada más épica de la historia del fútbol. Si lo lograron nuestros vecinos, si ellos pudieron ¿Por qué nosotros no vamos a poder? Los morochos tienen la presión, son locales. Los celestes ya lo hicieron una vez, dos no. Nosotros los tenemos a ustedes y ustedes a nosotros. Tenemos al mejor del mundo. Y tenemos algo que nadie tiene, esa pasión inexplicable por el fútbol corriendo por nuestras venas.
 Se dijeron, se dicen y se dirán muchas boludeces, pero ¿A quién le importa? Ellos, los que hablan, no entienden de fútbol. Y si no quieren creer en ustedes, que no lo hagan, se equivocan. Yo creo. Creo la inteligencia de un cuerpo técnico que sabe laburar, creo en las ganas de 23 jugadores que buscan la gloria, creo en su capacidad, en la garra, en que sobrara actitud. Creo en todo eso y mas. Creo en ustedes.
 A diferencia de muchos, no les pido que vuelvan con la copa. Sé que es difícil, sé que es duro. No salir campeón no necesariamente es fracasar. Fracasar es otra cosa. Es achicarse, tener miedo, arrugar, volver sin haber dejado todo. Entonces yo les pido un poco más. Ese famoso 110% de Pachorra. Me tomo hoy, a través de esta carta, el atrevimiento de pedirles que dejen la vida dentro y fuera de la cancha por estos colores; que cuando vayan a correr una pelota, lo hagan como la sangre celeste y blanca que les corre por dentro; que cuando traben una pelota no lo hagan con toda sus fuerzas, sino con la de 40 millones de argentinos, porque vamos a estar con ustedes. Estaremos en oficinas, bares, restaurantes, casas, colectivos, el tren, el subte, las fábricas, en la calle. A lo largo y a lo ancho de un país entero. Estaremos mordiendo nuestras uñas, apretando los puños, crujiendo los dientes, protestando en cada falta, enloqueciendo en cada jugada, gritando en cada gol. Llorando en cada desgracia y exaltados de felicidad en cada acierto. Como sea, donde sea, pero no vamos a faltar. Estamos con ustedes ¡Vamos Argentina!

miércoles, 4 de junio de 2014

El negocio de arriesgar

 Varias selecciones ya jugaron amistosos previos a la gran cita mundialista y las lesiones son la consecuencia que dejaron, ya que varios equipos perdieron piezas importantes en sus armados. La más notable de los últimos días es la rotura de tibia de Montolivo. El volante italiano fue a disputar una pelota y al chocar con un rival, quedó tirado en el suelo y no pudo levantarse más. Lo reemplazó Aquilani y minutos más tarde, también se retiró lesionado. México, Ecuador y Camerún son otras de las selecciones afectadas. Además, se puede sumar las lesiones que arrastran jugadores de la talla de Radamel Falcao (que ya quedo descartado para jugar el mundial), Luis Suarez, Arturo Vidal, Ribery, Cristiano Ronaldo y Diego Costa.
 Hoy a las 19:15, la selección Argentina tiene programado un partido amistoso con sus pares de Trinidad y Tobago en el estadio de River Plate. Con la lluvia como protagonista y a tan solo 10 días del debut  ¿Es necesario arriesgar? Claro que sí, porque esto es un negocio. Las entradas ya están agotadas (aunque muchas las tienen barras para la reventa en puerta) y con la excusa de ver a las grandes estrellas nacionales y despedirlos antes de partir en busca del sueño de todos, la Asociación del Fútbol Argentino organiza este tipo de partidos donde los riesgos son muchos.
 Los intereses de unos pocos no deberían estar por encima de los de 40 millones de argentinos pero lamentablemente solo queda rezar y esperar porque el encuentro termine siendo una fiesta y nada la arruine. Un favor: ¡Cuiden a Lio!